El
estilo Rococó nace en Francia a principios del siglo XVIII y se desarrolla
durante los reinados de Luis XV y Luis XVI este se ha considerado como la
culminación del Barroco, sin embargo, es un estilo independiente que surge como
reacción al barroco por de Luis XIV. El rococó a diferencia del barroco, se
caracteriza por la opulencia, la elegancia y por el empleo de colores vivos,
que contrastan con el pesimismo y la oscuridad del barroco.
Características
del Rococó.
En
arquitectura los edificios mantienen un trazado externo simple, sin embargo, en
el interior la decoración es increíblemente grande. El rococó impone la
acumulación de elementos decorativos basados en líneas ondulantes y en la
asimetría. Alcanza mucha difusión el gusto chino, que había entrado en Europa
con las piezas de porcelana, telas o lacas, y que decorará los salones
occidentales con sus temas más representativos.
Las
composiciones son sensuales, alegres y frescas, predominan los colores
pasteles, suaves y claros. La mujer se convierte en el foco de inspiración, ya
que es la figura bella y sensual.
Los
adornos se adherían en las grutas y las cascadas representando falsas rocas,
llamados rocallas, fueron el principal elemento nuevo, introducido para sustituir el sistema de los órdenes clásicos, para evocar
en la arquitectura el frescor y la alegría de lo primitivo y lo campestre. Los
palacios son los primeros en adoptar como elementos básicos caprichosos
recuadros, columnas esculpidas, conchas, etc.
El
aspecto más destacable de los interiores rococó es la distribución interna. Los
edificios tienen estancias especializadas para cada función y una distribución
muy cómoda. Las habitaciones se diseñan como un conjunto que, con una marcada
funcionalidad, combinan la ornamentación, colores y mobiliario. El nuevo estilo
fue perfecto para las residencias de la nobleza y la alta burguesía, las clases
más ansiosas de cambiar según los nuevos cánones y las más dotadas de medios
económicos para conseguirlo.
Mobiliario
El
diseño de muebles es la principal actividad de toda una dinastía de ebanistas
parisienses, alguno de los cuales había nacido en Alemania, que desarrollan un
estilo de línea curva en tres dimensiones, donde las superficies barnizadas se
completaban con marquetería de bronce.
En
Francia el estilo se mantiene muy sobrio, puesto que los ornamentos,
principalmente de madera, eran menos macizos y se presentaban como
composiciones de motivos florales, escenas, máscaras grotescas, pinturas e
incrustaciones de piedra.
La
tapicería fue un capítulo importante para conseguir comodidad en el mueble. Los
asientos llegaron a cotas de comodidad inimaginables pocos años antes. La
tendencia general a favor del lujo y del confort hizo que los cortesanos y los
asiduos asistentes a los salones pudieran ahora sentarse (e incluso reclinarse
y estirarse) en las reuniones, a diferencia de la época anterior, en la que
había sido obligatorio permanecer de pie por cuestiones de protocolo.
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